La religiosidad

Hasta la unidad de Italia, las principales fechas del ciclo anual se subrayaban ritualmente con fiestas tradicionales. En esas fechas hallaban espacio ceremonial incluso las necesidades derivadas de momentos críticos de la vida de particulares y familias. Si Navidad y sus belenes daban relieve al nacimiento y a la infancia, la alianza matrimonial derivó de la fiesta de los Reyes Magos, a los que se atribuía el papel de portadores de regalos.

Edicola votiva nella Scena Romana dei Pifferai

El 24 de junio, fiesta de San Juan, se confirman las relaciones de compadrazgo (de hecho, el compadre se llamaba también San Juan) y las muchachas podían hacer cábalas sobre su futuro esposo. En cambio, a partir del 2 de noviembre, los rezos y las representaciones sagradas en los cementerios permitían que los vivos retomaron de forma aceptable y consoladora la comunicación con los muertos.
En Navidad, el 15 de agosto (fiesta de la Asunción), el 8 de septiembre (natividad de María) y, en general, los domingos de agosto y septiembre se manifestaba la devoción popular por la Virgen ante todas las capillas votivas situadas en las calles, esquinas, mesones y tiendas. En todos los barrios se improvisaban “altares” pequeños y frente a las “Madonelle” (virgencitas), decoradas con ropajes, flores y velas —el empedrado se cubría con hojas de laurel y boj—, se cantaban letanías y hasta se lanzaban petardos. En Navidad, las novenas de los pifferai (rezos cantados por los pastores acompañados de una flauta rústica) subrayaban el deber de los creyentes de reconocer a la Madre de Jesús.
Un signo de la devoción que implicaba a todas las capas sociales en la Roma de principios del siglo XIX eran las capillas votivas (llamadas popularmente madonnelle o altarini). Estas eran un instrumento de control simbólico de la vida cotidiana de los grupos sociales más inquietos —no fue casualidad que fueran riquísimas en Trastevere y Monti—, pero además eran un signo de la apropiación popular de espacios urbanos significativos, a través del sentimiento común de reconocerse en la devoción de la imagen sagrada y en la gestión del espacio protegido que ésta delimitaba y ponía en valor.
En 1853, en una ciudad completamente rodeada por las Murallas Aurelianas, Rufini contó 2.739 capillas votivas —1.421 dedicadas a la Virgen— situadas tanto en los muros de palacios señoriales como en viviendas modestas. Las imágenes de la Virgen consideradas especialmente milagrosas se rodeaban con una corona.
El ciclo invernal del calendario religioso festivo de la Roma del XIX, además de la Navidad y la Epifanía, subrayaba la fiesta de San Antonio Abad (17 de enero), una de las posibles fechas de inicio del carnaval cuando la Pascua era temprana. Precisamente durante el Carnaval, se procedía a la matanza del cerdo, que la iconografía tradicional acercaba a la figura del santo. San Antonio Abad es el santo patrono protector de los rebaños y del ganado pequeño, la fertilidad de los pastos y de los animales.
La primavera empezaba en el calendario religioso con el 19 de marzo, la fiesta de san José, con sus dulces, y adelantaba a la Pascua y sus los rituales de penitencia de Semana Santa y la imponente procesión del Corpus Domini. El siguiente lunes de Pentecostés era muy especial: iniciaba la peregrinación en honor a la Virgen del Divino Amor, objeto de especial veneración a partir de mediados del siglo XVIII. El 13 de junio se celebraba la fiesta de San Antonio de Padua con su cortejo de fresas y recogedores de fresas.
Abrían las celebraciones veraniegas la fiesta de San Juan, celebrada tradicionalmente con un banquete de caracoles, durante la que se realizaban una serie de actos para encontrar la forma de relacionarse con... las brujas. A esta seguía —antes de las fiestas dedicadas a la Virgen entre agosto y septiembre— los festejos dedicados a los santos patronos de la ciudad: san Pedro y san Pablo. Las celebraciones en honor a los muertos marcaban la llegada del ciclo otoñal en noviembre.
El conjunto de las fiestas religiosas extendía su red de protección de los oficios, consolidaba las relaciones y los papeles sociales, año tras año, a lo largo de todo año.